La segunda isla más grande del Dodecaneso destaca por sus encantadores contrastes: verdes montañas y decenas de playas; mágicas vistas al mar y pintorescas aldeas llenas de tradición, color y costumbres; comida casera y bares y cafés animados. Un vuelo de una hora o un cruce en ferri te llevará a una de las islas griegas más distantes, donde tu alma de explorador será plenamente recompensada.
Playa de Apella, el equilibrio perfecto
Al llegar a Apella, sentirás el amor a primera vista. No es solo el entorno y los colores, sino esa facilidad para satisfacer todas tus necesidades y aun así hacerte sentir que has encontrado un refugio escondido.
Esta mágica playa de arena y guijarros finos lo tiene todo. Dependerá de ti elegir entre una sombrilla y una hamaca o la sombra de uno de los pinos que definen el carácter especial de la playa. Con aguas tan cristalinas, una máscara y un par aletas son imprescindibles. Y, como si lo anterior no fuera suficiente, en el camino hacia la playa encontrarás la pequeña iglesia de Agios Loukas, una iglesia del siglo XIII que fue, literalmente, tallada y excavada en las rocas.
Playas a todo tu alrededor
Una vez más, las tantísimas playas compiten a muerte para llamar tu atención. Por un lado, tienes las aguas verde-azuladas y los guijarros finos de Ahata, acompañados de la fotogénica Kyra Panagia (más arenosa y organizada con muchas tabernas). Por otro lado, más al norte, tienes la tranquilidad de Agios Minas, mientras que al sur te espera Ammopi (totalmente organizada e ideal para familias).
En la arenosa y poco profunda Agios Nikolaos, en Arkasa, podrás admirar la magnífica puesta de sol sobre la isla de Kasos y disfrutar de una caminata hacia Paleokastro. Y un poco más allá están Diakoftis, Araki (perfecta para los ratones de biblioteca), Mihaliou Kipos y las populares playas arenosas de la bahía de Lefkos. Finalmente, aquellos que aman el deporte pasarán largas horas de diversión haciendo windsurf en Markis Gialos y kitesurf en Agrilaopotamos.
Los encantos atemporales de la aldea de Olympos
Hace apenas unas décadas Olympos estaba prácticamente aislada del resto de Kárpatos. Sin carreteras, sin electricidad y prácticamente sin cambio alguno durante siglos. Hoy día, esta aldea de montaña recibe a los visitantes con mayor facilidad, lo cual nos permite disfrutar de sus costumbres y tradiciones.
Al pasear por sus callejones, te toparás con residentes mayores que todavía llevan trajes tradicionales y hablan su propio dialecto, junto a lugareños que bordan pañuelos para la cabeza o fabrican instrumentos musicales. Hay cafés y tabernas tradicionales para disfrutar. Y desde los molinos de viento, la vista del Egeo es increíble, especialmente al atardecer.
Un día entero recorriendo aldeas
Lo anterior ha sido solo el comienzo, en lo que a aldeas se refiere. La arquitectura tradicional de Menetes y las mansiones renovadas de Aperi —dos pueblos medievales cerca de Pigadia, el puerto principal— son el preámbulo perfecto a las coloridas casas de la isla, a menudo con balcones con vistas al Egeo. Situada en el tramo más estrecho de Kárpatos, Spoa tiene unas vistas increíbles, tanto hacia el este como hacia el oeste. Cerca, además, están las casas encaladas de Mesochori (calma tu sed en una de las fuentes). Y, por último, está Othos, el pueblo más alto de la isla (ubicado a una altitud de 500 msnm), donde encontrarás excelentes lugares para visitar, incluido un Museo del Folklore que exhibe una casa tradicional de Kárpatos.
Un viaje en bote a la remota Saria
Saria es una pequeña isla deshabitada frente a la costa norte que otrora estuvo conectada a Kárpatos. Ahora, solo un viaje en bote la separa de aquellos que buscan pasar el día en una playa remota o caminar en un área protegida por la red Natura 2000. O quizás ambas cosas. Los botes salen de Pigadia (el puerto principal) y Diafani (en la costa norte) hacia la playa de Palatia, en Saria.
Desde aquí, puedes caminar por un desfiladero, pasar la iglesia de Agios Zacharias (contempla la vista) y seguir hasta las ruinas de Palatia (un lugar en otros tiempos frecuentado por piratas). En los alrededores hay otro asentamiento abandonado, Argos, cuyos agricultores otrora proveían de alimentos a los residentes de Olympos. Y en la costa cerca de Palatia está Alimounda, otra playa aún más remota.
Pigadia, el alma de Kárpatos
Pigadia merece un rol protagónico. La vida de la isla se concentra en la capital de Kárpatos, con muchos restaurantes, bares, tiendas y cafés, y pequeños lugares de reunión que son parte del encanto relajante. Aquí, en un edificio art déco de los años 30 (un legado del dominio italiano en la isla), encontrarás un Museo Arqueológico que alberga artefactos de los períodos neolítico y bizantino. En lo alto de una colina están las ruinas de una antigua acrópolis con una gran vista y, en el camino hacia Aperi, se encuentra la basílica paleocristiana de Agia Fotini.
Autenticidad en cada bocado
La autenticidad de Kárpatos se ve reflejada, sobre todo, en los productos locales y recetas tradicionales. Ya sea que tu taberna esté en Pigadia, en la playa o en las colinas —donde las especialidades son platos de carne cocidos a fuego lento en hornos de leña—, encontrarás comida que podría ser servida en la mesa de cualquier hogar de la isla. Los platos a base de pasta son otra especialidad (particularmente los makarounes e hylopites, hechos de harina y agua), al igual que lo son los quesos. Hay tres tipos de queso de cabra Manouli: cremoso, duro y secado al sol, y bañado en aceite. No te puedes perder las tartas (pide una deliciosa tarta de cebolla, ¡no te arrepentirás!), ni el sousamomelo, un dulce a base de sésamo y miel que tradicionalmente se sirve en las bodas. Y tampoco puedes dejar pasar la oportunidad de probar el vino local, sobre todo después de ver los viñedos en las cercanías de las aldeas de Othos y Volada. El vino más popular de la isla es el tinto semidulce.
Un prometedor destino de senderismo y escalada
Durante los últimos años el senderismo ha estado en constante ascenso en Kárpatos, donde una red de alrededor de 50 rutas marcadas atraviesa aldeas de montaña y otras partes de la isla. Hay un par de senderos, de aproximadamente 5 km de largo, que conducen desde Olympos hacia las playas de Farokli o Diafani. De camino a Diafani, pasarás por dos molinos hidráulicos con una vista fantástica. Y para los más valientes, hay 32 sitios de escalada en roca y casi 350 rutas de escalada (tanto para principiantes como para expertos). Un lugar popular para escalar es el desfiladero de Flaskia, el cual se extiende por unos 500 m.
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Vive la isla de Kárpatos
Con tanta autenticidad y belleza natural por descubrir, Kárpatos es una isla que vale la pena visitar. Siempre fiel a sí misma, no hay algo que Kárpatos disfrute más que revelarte sus secretos.
